Los niños del Lebensborn
El antisemitismo nazi era un poderoso nexo entre todos los miembros del Partido Nacional Socialista Alemán. Considerados los judíos por Hitler y por todos los miembros de su gobierno como los causantes de todos los males del pueblo alemán y como una "plaga que había que extinguir", según sus propias palabras, o como "un tumor que había que extirpar del cuerpo social alemán", el régimen nazi se propuso su aniquilamiento masivo en Europa Oriental, donde vivían más de seis millones de judíos. Con esta última idea de eliminar a los que consideraban indeseables, unido al decreciente índice de natalidad alemán,nació el deseo de crear un “súper-hombre” con unas características específicas y que ocuparía toda Europa. Así se creaba un programa que proporcionaba incentivos a los alemanes, especialmente a los agentes de las SS, para que tuvieran mayor número de hijos. Su objetivo principal era que ningún niño ario quedase sin nacer.
Y es entonces cuando nació el Proyecto Lebensborn o “manantial de vida”, uno de los proyectos nazis más secretos y aterradores creados por Heinrich Himmler, jefe de la guardia personal de Hitler desde 1929 y que instituyó en 1931 un código de matrimonio para las SS que prohibía a cualquier hombre tomar como futura esposa a quien no pudiese probar la pureza de su sangre Aria hasta un par de siglos atrás, creó escuelas de las SS para esposas y estableció las instituciones de maternidad Lebensborn, donde chicas jóvenes, seleccionadas basándose en sus rasgos nórdicos puros podían procrear con hombres de las SS. Su descendencia recibía mejores cuidados que en las instituciones de maternidad normales.
El primer hogar Lebensborn fue conocido como Heim Hochland y abrió en 1936 en Steinhöring, un pequeño pueblo no muy lejos de Munich y el primer hogar fuera de Alemania se abrió en Noruega en 1941. Si bien Lebensborn e. V. estableció instalaciones en varios países ocupados, las actividades estaban concentradas en torno a Alemania, Noruega y la Europa ocupada del Noreste, principalmente Polonia. En otros países ocupados las relaciones entre soldados alemanes y mujeres locales estaban prohibidas por ser consideradas razas inferiores pero en Noruega pasó lo contrario, ya que Himmler admiraba la "sangre vikinga" de los noruegos y animaba la procreación con estas mujeres, consideradas arias puras. Los niños nacidos en la Lebensborn tuvieron diferentes destinos: algunos fueron tomados por las SS, por lo que también fueron víctimas de esta política racial; muchos acabaron en orfanatos donde fueron maltratados y sufrieron abusos sexuales; otros fueron clasificados como “retardados” y encerrados en clínicas mentales bajo la teoría de que sus madres tenían que estar locas por haber querido tener un hijo con un soldado alemán; y muy pocos fueron adoptados, por lo que la gran mayoría de los niños no abandonaron los orfanatos hasta haber cumplido la mayoría de edad. En el noreste de Europa, la organización, además de los servicios proveídos a los miembros de las SS, se involucraron en la reubicación de niños, mayormente huérfanos, a familias en Alemania.
Como prueba a todo lo anterior, el 13 de septiembre de 1936, Himmler hizo llegar la siguiente información a los miembros de las SS:
La organización "Lebensborn e. V." sirve a los líderes SS en la selección y adopción de niños calificados y tiene las siguientes obligaciones:
(1) ayuda para familias racial y biológica-hereditariamente valiosas.
(2) el alojamiento de madres racial y biológica-hereditariamente valiosas en casas apropiadas, etc.
(3) asistencia a los niños de tales familias.
(4) asistencia a las madres.
Es el deber honorable de todos los líderes de la agencia central convertirse en miembros de la organización "Lebensborn e. V.". La solicitud de admisión debe ser completada antes del 23 de septiembre de 1936.
Heinrich Himmler.
Pese a que el programa también fue aplicado en Holanda y Dinamarca, donde nacieron cerca de 15 mil y cinco mil niños, respectivamente, fue en Noruega donde el Lebensborn dejó su herencia más negra. Hoy, los hijos de aquel descabellado proyecto rondan los 60 años y cargan con una infinidad de historias de violencia y discriminación, ya que en la Europa de postguerra, sobre todo después de la brutal represión de los nazis, ser “hijo de alemán” constituía un estigma desde cualquier punto de vista: para algunos, significaba la amenaza del enemigo dentro del territorio; para otros – los creyentes –, el fruto de un amor inmoral. Muchos de los niños fueron utilizados incluso como conejillos de Indias en pruebas con sustancias como LSD, mescalina y otras, según han denunciado informes del Ejército de Noruega, de la Universidad de Oslo y de la CIA.
Aquellos hijos de los soldados alemanes que conocieron su origen y sufrieron las consecuencias fundaron en 1999 una asociación, llamada Krigsbarnforbundet Lebensborn, la que acaba de presentar un recurso ante la Corte Europea de Derechos Humanos, con sede en Estrasburgo. Se trata de 159 personas de nacionalidad noruega, sueca y alemana, quienes exigen una indemnización individual de 65 mil dólares, y casi cuatro veces más para aquellos que vivieron situaciones extremas. La acción judicial, que documenta cada una de las demandas, afirma que el Estado noruego violó los derechos de los ciudadanos que se comprometió a proteger en la Convención Europea de 1953.
No se trata, sin embargo, de la primera acción judicial de este tipo. En 1999, la asociación presentó su primera demanda ante un tribunal de Oslo, en la cual acusaba a Noruega de haber actuado como cómplice en el plan eugenésico nazi, pero el Gobierno adujo que el delito, de haberse cometido, estaba prescrito. En 2005, sin embargo, el Estado reconoció responsabilidades y ofreció una indemnización de 20 mil coronas (1,75 millones de pesos, aproximadamente) a cada uno de los afectados, cifra que fue rechazada por los demandantes. Los “niños de la vergüenza” saben mejor que nadie que la raza perfecta no existe.
El 11 de noviembre de 2006 se reunieron los que fueron “niños del Lebensborn” en un rincón de Alemania central para compartir sus diferentes experiencias y hablar en público, por primera vez, del horror de descubrir que se los había criado para convertirse en la siguiente generación de élite nazi. Todos coincidían en lo traumático que había sido conocer que eran hijos de las personas que han protagonizado las páginas más oscuras de la Historia. Weber, profesor de escritura creativa en Berlín, aún trata de asimilar el golpe que significó descubrir algunos indicios aportados por miembros de su familia e investigaciones que él mismo realizó para descubrir la verdad. Entre sus descubrimientos más desagradables: Himmler fue su padrino. Ruthild Gorgass, que nació aquí, dijo que su madre le contó acerca de las circunstancias de su nacimiento en la adolescencia. Gorgass tuvo algún contacto con su padre, gerente de una fábrica química, que tenía otra familia. Su madre le dejó un álbum de fotos que mostraba su estancia en Wernigerode. Lo recordaba como un tiempo idílico, aunque expresaba rechazo por el bautismo de su hija, en el que la beba fue colocada ante un altar con una esvástica. "Tuve suerte porque mi madre hablaba del asunto" dijo Gorgass, de 64 años, terapeuta física jubilada. Al hojear el álbum se puso un par de anteojos de lectura. Mirando por encima de ellos, dijo con una sonrisa: "No tengo ojos perfectos. Todos tenemos las mismas enfermedades y discapacidades que los demás". Matthias Meissner de "la Lebensspuren" o "Huellas de Vida", dijo que la reunión fue también una manera de mostrar "que el mundo no está de acuerdo con estas granjas que sólo veían correctos los cabellos rubios y lo ojos azules".
Folker Heinicke, de 66 años, que fue alejado de sus padres en Ucrania y criado por una familia alemana, informó a la Associated Press, una agencia de noticias, de que siempre tuvo la “sensación interior de que algo no estaba bien. Me arrancaron lejos de mi madre".
Y es que a partir de 1939 , los secuestros de niños también fue una actividad normal entre los oficiales nazis en Polonia, Francia y Checoslovaquia. Así, todos aquellos niños que habían sido separados de sus padres sin su consentimiento eran examinados y, si recibían el certificado de ser lo suficientemente arios para formar parte del programa, eran enviados con certificados de nacimiento falsificados a familias previamente seleccionadas, a las cuales se les informaba de una identidad falsa del niño o niña, normalmente diciendo que era hijo de un soldado muerto en combate. Pero, al fin y al cabo, estos niños eran los que mejor parados salían ya que, si no pasaban el examen de ser lo suficientemente ario, eran enviados directamente a campos de concentración infantiles como los de Kalish y Litzmannstadi.
No son pocas las películas y libros que han tratado este tema como, por ejemplo, el libro “Huérfanos del mal”, de Nicolas d’Estienne d’Orves, escritor y periodista francés nacido en 1974 que dedicó dos años a la documentación y redacción de la obra, la cual permaneció varias semanas en las listas de best Sellers francesas y cuya publicación se ha anunciado en once países. La novela discurre 50 años después de la derrota del nazismo, cuando una joven periodista y un enigmático coleccionista de objetos nazis descubren que lo peor puede estar aún por venir: una investigación entorno a los Lebensborn y muchas preguntas sin respuesta sobre quiénes fueron realmente los huérfanos del mal, dónde están y si siguen vivos. La historia en sí es fruto de la imaginación del autor pero está basada en hechos reales y en personajes que realmente existieron y que forman una parte muy importante de la Historia.
Como ejemplos de películas sobre el tema, nos encontramos con un ‘film’ de 1943 titulado “The Hitler’s Children” (Los niños de Hitler) que trata muchos aspectos de la Segunda Guerra Mundial y el nazismo, ahondando en temas como los campos de concentración y los niños nacidos en casas Lebensborn, “Lebensborn”, de 1961 y “Proyecto Lebensborn”, de 2000. Estas dos últimos melodramas se centran más en la visión del tema desde el punto de vista de las jóvenes que querían tener “futuros soldados para Hitler”.
Pero tampoco hemos de olvidar los diferentes documentales que hacen que todos podamos ser partícipes de los testimonios de las víctimas y de comentarios de expertos en Historia, como es el caso del documental realizado por Canal Historia, titulado “Misterios de la Historia", en el que Helga Kahran, niña Lebensborn nacida en Steingering, comparte su experiencia y Peter Black (US Holocaust Memorial Museum), Paul Lerner (Profesor de Historia) y el doctor Henry Friedlander, de la Universidad de Nueva York, hablan sobre ese periodo de la Historia y las repercusiones que han tenido las acciones llevadas a cabo en nuestro mundo actual.
Para terminar, los juicios de Nuremberg celebrados entre el 20 de noviembre y el 1 de agosto de 1946 juzgó a los principales culpables de crímenes que atentaron contra la humanidad, la paz y, sobretodo, crímenes de guerra. Pero no se pudo juzgar a todos los implicados ya que algunos de ellos se suicidaron antes, como Himmler, Goebbels y el mismo Hitler, dejando como únicos presentes del juicio a Goering (marcado por el tribunal como "líder de una guerra de agresión y creador del programa de persecución contra los judíos") y Rudolph Hess, quien intentó aparentar una locura para no formar parte de los juzgados con sonrisas sin justificación, garabatos en el banquillo, etc., pero que mostró gran entereza y cordura al hablar sobre Hitler, a quien describió como el hombre más importante de la Historia de Alemania. También tomó parte del juicio Albert Speer, único junto con Goering que no se escondió y asumió su culpa contestando de forma digna, tal y como decía que debía contestar un alemán.
Así, tras 216 sesiones, el 1 de octubre de 1946 los jueces emitieron el veredicto: tres acusados fueron absueltos (Hjalmar Schacht, Franz von Papen y Hans Fritzsche), cuatro fueron condenados a penas de entre 10 y 20 años de cárcel (Karl Dönitz , Baldur von Schirach, Albert Speer y Konstantin von Neurath), tres fueron condenados a cadena perpetua (Rudolf Hess, Walther Funk y Erich Raeder) y, finalmente, doce fueron condenados a muerte. Diez de ellos fueron ahorcados el 16 de octubre de 1946 (Hans Frank , Wilhelm Frick , Julius Streicher, Alfred Rosenberg, Ernst Kaltenbrunner , Joachim von Ribbentrop, Fritz Sauckel, Alfred Jodl , Wilhelm Keitel y Arthur Seyss-Inquart), Martin Bormann fue condenado "in absentia" y Herman Goering se suicidó en su celda antes de la ejecución.
Verónica Barrero.
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